
Una dieta terapéutica es un plan de alimentación que controla la ingesta de determinados alimentos o nutrientes.
Es parte del tratamiento de una afección médica y normalmente lo prescribe un médico y lo planifica un dietista.
Una dieta terapéutica suele ser una modificación de una dieta habitual.
Se modifica o adapta para adaptarse a las necesidades nutricionales de una persona en particular.
¿Por qué es importante una dieta terapéutica?
Una dieta terapéutica es importante porque puede ayudar a mejorar condiciones de salud o enfermedades específicas.
También puede ayudar a mantener, restaurar o corregir el estado nutricional.
Algunas razones comunes por las que se puede ordenar una dieta terapéutica son:
Disminuir calorías para controlar el peso.
Para proporcionar calorías adicionales para ganar peso.
Equilibrar las cantidades de carbohidratos, grasas y proteínas para el control de la diabetes.
Para aportar una mayor cantidad de un nutriente como la proteína
Para disminuir la cantidad de un nutriente como el sodio.
Para excluir alimentos por alergias o intolerancias alimentarias.
Para proporcionar modificaciones de textura debido a problemas al masticar y/o tragar.
¿Cuáles son algunos ejemplos de dietas terapéuticas?
Existen muchos tipos de dietas terapéuticas que se pueden utilizar para diferentes propósitos.
Algunos ejemplos son:
Dieta de líquidos claros: Incluye líquidos con residuos mínimos y visibles, como jugos sin pulpa, caldos y gelatinas.
A menudo se utiliza como primer paso para reiniciar la alimentación oral después de una cirugía o un procedimiento abdominal.
También se puede utilizar para reponer líquidos y electrolitos en personas con diarrea grave.
No debe usarse durante un período prolongado ya que no aporta suficientes calorías y nutrientes.
Dieta líquida completa: incluye líquidos cremosos, como helado, pudín, cereal caliente diluido, natillas, sopas de crema coladas y jugos con pulpa.
Se utiliza como segundo paso para reiniciar la alimentación oral una vez que se toleran los líquidos claros.
Se utiliza para personas que no toleran una dieta blanda mecánica. No debe usarse por períodos prolongados.
Dieta sin dulces concentrados (NCS): Se considera una dieta liberalizada para diabéticos cuando su peso y niveles de azúcar en sangre están bajo control.
Incluye alimentos habituales sin adición de azúcar. Las calorías no se cuentan como en las dietas controladas en calorías según la ADA.
Dieta sin sal añadida (NAS): limita la ingesta de sodio a menos de 2 gramos por día.
Se utiliza para personas con presión arterial alta, insuficiencia cardíaca, enfermedad renal o hepática.
Excluye alimentos con alto contenido de sodio, como sal, salsa de soja, alimentos enlatados, carnes procesadas, queso y encurtidos.
Dieta baja en grasas y/o colesterol: Limita la ingesta de grasas y colesterol a menos del 30% y 300 mg al día, respectivamente.
Se utiliza para personas con colesterol alto en sangre, enfermedades cardíacas o enfermedades de la vesícula biliar.
Excluye alimentos con alto contenido de grasa y colesterol, como mantequilla, nata, carnes grasas, yemas de huevo y alimentos fritos.
Dieta alta en fibra: Aumenta la ingesta de fibra a más de 25 gramos al día.
Se utiliza para personas con estreñimiento, diverticulitis, síndrome del intestino irritable o colesterol alto en sangre.
Incluye alimentos ricos en fibra, como frutas, verduras, cereales integrales, frutos secos y legumbres.
Dieta renal: Restringe la ingesta de proteínas, sodio, potasio, fósforo y líquidos para prevenir o ralentizar la progresión del daño renal.
Se utiliza para personas con enfermedad renal crónica o insuficiencia renal. Se excluyen los alimentos con alto contenido de estos nutrientes, como la carne.