Ansiedad y pérdida de peso: ¿cuál es la conexión?
La ansiedad es una condición de salud mental común que afecta a millones de personas en todo el mundo.
La ansiedad puede provocar diversos síntomas físicos y psicológicos, como nerviosismo, miedo, preocupación, sudoración, temblores, palpitaciones, insomnio y dificultad para concentrarse.
¿Pero la ansiedad también puede hacerte perder peso?
La respuesta es sí, pero no siempre.
La ansiedad puede afectar tu peso de diferentes maneras, dependiendo de cómo la afrontes y de cómo afecte a tu cuerpo.
Aquí hay algunas posibles razones por las que la ansiedad puede hacerte perder peso: La ansiedad puede aumentar su metabolismo.
Cuando estás ansioso, tu cuerpo activa la respuesta de “luchar o huir”, que te prepara para enfrentar una amenaza percibida.
Esta respuesta aumenta la producción de hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol, que aceleran el ritmo cardíaco, la presión arterial, la respiración y el metabolismo.
Esto significa que su cuerpo quema más calorías de lo habitual, lo que puede provocar una pérdida de peso si no come lo suficiente para compensar.
La ansiedad puede reducir el apetito.
Otro efecto de la respuesta de “luchar o huir” es que suprime el sistema digestivo, lo que reduce las señales de hambre y sed.
Esto se debe a que su cuerpo prioriza la supervivencia sobre la digestión cuando se enfrenta a un peligro potencial.
Si está constantemente ansioso, es posible que no tenga ganas de comer o beber lo suficiente, lo que puede provocar una pérdida de peso debido a la deshidratación y la desnutrición.
La ansiedad puede causar problemas gastrointestinales.
La ansiedad crónica también puede causar inflamación e irritación en el tracto digestivo, lo que puede provocar diversos problemas, como náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, hinchazón, gases y dolor abdominal.
Estos síntomas pueden hacer que coma menos o pierda líquidos y nutrientes a través de vómitos o diarrea, lo que también puede contribuir a la pérdida de peso.
La ansiedad puede afectar sus hábitos alimentarios.
Algunas personas afrontan la ansiedad cambiando sus hábitos alimentarios de forma poco saludable.
Por ejemplo, algunas personas pueden comer en exceso o darse atracones de alimentos reconfortantes para calmar sus emociones, mientras que otras pueden restringir su ingesta de alimentos o saltarse comidas para evitar sentirse ansiosos.
Ambos comportamientos pueden tener efectos negativos en su peso y salud.
Comer en exceso puede provocar aumento de peso y enfermedades relacionadas con la obesidad, mientras que comer poco puede provocar pérdida de peso y deficiencias nutricionales.
La ansiedad puede interferir con su sueño.
La ansiedad también puede dificultarle conciliar el sueño o permanecer dormido durante la noche, lo que puede afectar su peso de varias maneras.
La falta de sueño puede alterar las hormonas que regulan el apetito y el metabolismo, como la leptina y la grelina.
Esto puede hacer que sienta más hambre y desee más alimentos ricos en calorías durante el día.
La falta de sueño también puede reducir tus niveles de energía y tu motivación para hacer ejercicio, lo que puede reducir tu gasto calórico y tu masa muscular.
Por otro lado, algunas personas pueden dormir más de lo habitual cuando están ansiosas, lo que también puede reducir su actividad física y su metabolismo.
Cómo prevenir o revertir la pérdida de peso relacionada con la ansiedad Si está perdiendo peso debido a la ansiedad, es importante abordar la causa subyacente de su ansiedad y buscar ayuda profesional si es necesario.
Existen varios tratamientos disponibles para los trastornos de ansiedad, como medicamentos, psicoterapia, terapia cognitivo-conductual (TCC), técnicas de relajación, meditación de atención plena y cambios en el estilo de vida.
Además de tratar tu ansiedad, también debes cuidar tu salud física siguiendo estos consejos: Consuma una dieta equilibrada que proporcione suficientes calorías y nutrientes para las necesidades de su cuerpo.
Incluya una variedad de alimentos de todos los grupos de alimentos, como frutas, verduras, cereales integrales, proteínas magras, grasas saludables y productos lácteos.
Evite saltarse comidas o restringir excesivamente la ingesta de alimentos.
Beba suficiente agua y líquidos para mantenerse hidratado y prevenir la deshidratación.
Trate de beber al menos ocho vasos de agua al día o más si suda mucho o tiene diarrea o vómitos.
También puedes beber otras bebidas que contengan agua, como jugo, leche, té o sopa.
Haga ejercicio con regularidad para mejorar su estado de ánimo, metabolismo, masa muscular y densidad ósea.
El ejercicio también puede ayudarte a afrontar el estrés y la ansiedad al liberar endorfinas y otras sustancias químicas que te hacen sentir bien.
Trate de realizar al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico de intensidad moderada por semana o 75 minutos de ejercicio de intensidad vigorosa por semana.
También puedes hacer algunos ejercicios de entrenamiento de fuerza dos o tres veces por semana para desarrollar músculo y prevenir la pérdida de masa muscular.
Duerma y descanse lo suficiente para restablecer sus niveles de energía y su equilibrio hormonal.
Trate de dormir de calidad entre siete y nueve horas por noche y siga un horario de sueño regular.
Evite la cafeína, el alcohol, la nicotina y otros estimulantes que puedan interferir con la calidad de su sueño.
También puedes practicar algunas técnicas de relajación antes de acostarte, como respiración profunda, relajación muscular progresiva (PMR), imágenes guiadas.